Cargando Eventos

« Todo Eventos

  • Este evento ha pasado.

«PEDRO DE MATHEU: RECUPERANDO SU LEGADO»

pedro-de-matheu

14 enero 2017 - 15 junio 2017

Pedro de Matheu (Santa Ana, Rep. de El Salvador, 1900- Madrid, 1965)

Pedro Adolfo de Matheu Montalvo nace el 5 de junio de 1900 en la ciudad salvadoreña de Santa Ana. En 1903, el padre de Pedro es nombrado cónsul general en Francia con residencia en París y la familia embarca rumbo a Europa, instalándose en la capital francesa, pero sin romper el vínculo con España, pasando temporadas en Puerto Real, y recibiendo su educación primaria en Cádiz, pero regresando a París poco después. Hacia 1915, el joven Pierre vive inmerso en el ambiente parisino de la belle-époque, teniendo ocasión de conocer a personajes emblemáticos como Marcel Proust. En contra de los deseos de su padre, que ansiaba que su hijo fuese arquitecto, Pedro de Matheu entrega su vida a la pintura, entrando como ayudante y alumno en el taller del pintor catalán asentado en París Claudio Castelucho (1897-1928), que cultivaba el tema español y orientalista, entregado a suerte de impresionismo realista en el tratamiento de retratos y paisajes, siendo discípulo de Whistler y llegando a dirigir la academia libre de La Grande Chaumière, frecuentada por todos los artistas del entorno de Montparnasse (Chagall, Modigliani, Friesz, Zadkine, Poliakoff…). Matheu asisitirá también a las más tradicional Academie Julién, donde será discípulo del oficial Jean Paul Laurens (1838-1921), a quien consideraría siempre su maestro.

Matheu se inclina ya en estas tempranas fechas hacia el paisaje post-impresionista y, en general, muestra una resolución hacia la luz y la pintura al aire libre, presentando características impresionistas entre nabis y fauves, influenciado especialmente por el pintor ruso Alexander Altmann, con el que frecuentará San Juan de Luz, Clamart y País Vasco entre 1915 y 1917.  En 1918 realiza su primera exposición individual, que tiene lugar en el Hotel Ruhl de Niza, entonces de moda entre la sociedad parisina, siendo presentado por el prolífico escritor guatemalteco Gómez Carrillo, reconocido periodista, divulgador y cronista. En 1919, Pedro es aceptado en la Exposition Nationale du Grand Palais, y un año más tarde, en la Nationale de Beaux Arts, Salón de Automne, obteniendo mención de honor y un amplio reconocimiento de grandes críticos como Thiebault,  André Salmon o Louis Vauxcelle.

Su estrecha relación con su primo Manuel de Falla, así como la cercanía con Gregorio Martínez Sierra y su mujer María Lejárraga, a los que Pierre decora su piso en París, son clave para entender los años veinte y treinta del pintor. Pierre llevará una vida social intensa en esos años de posguerra, asistiendo a recepciones, fiestas diplomáticas, conciertos y teatros, cultivando un amplio espectro de amistades e ingresando como miembro en el Academie Artistique et Litteraire  y frecuentando la Maison de l’Amerique Latine à Paris, donde expondrá individualmente en 1923.

En París, parte de su tiempo estará dedicado al interiorismo y decoración de residencias privadas, con murales en los que puede hablarse de una revitalización postcubista del modernismo, con evidentes influencias del mundo de fantasía de los ballets rusos. Es en 1921 cuando Pedro realizará su primera muestra individual de importancia en la Galería George Petit, epicentro del mercado del arte parisino, siendo presentado en el catálogo por el escritor Francis de Miomandre. El mismo año, Matheu expondrá su obra en el Salón de la Societé National de Beaux Arts (Grand Palais) y al año siguiente en la galería Manuel Frères. En 1922 realiza un viaje por Italia al año siguiente que marca algunas de sus pinturas, especialmente Pompeya y Sicilia. En estos primeros años de los años veinte, conoce a su gran amigo, el escritor André David, con el que vive intensamente la vida social de la época, entrando en relación con poderosas familias armenias, como los Gulbenkian y los Kelekian, coleccionistas de arte y millonarios.

En los próximos años es invitado al Salón des Tuilleries y realiza su segunda exposición en la Galería George Petit, expondrá en Evansville (Indiana) y en la Galerie des Artistes Françaises de Bruselas, así como en la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Con la década de los treinta, se inauguran nuevas relaciones y círculos en la sociedad de Pedro de Matheu, especialmente en el entorno de Montparnasse, donde conoce al pintor simbolista de filiación expresionista Alfred Kubin. También entra en relación en esos años con Picasso, que hacía furor en París. Y establece relaciones con destacados representantes de la aristocracia, como la poetisa y mecenas Comtesse de Noailles, el coleccionista Galouste Gulbenkian o las familias judías Bernheim y Rodríguez.

En 1933 toma Pedro de Matheu definitivamente estudio particular en París, en el 7 de la Rue de Antoine Chantin, que mantendrá hasta los años cincuenta. En esta década, viaja constantemente a España e incluso a Marruecos, iniciando una serie de oléos marroquíes en la que transcribe el ambiente urbano y los juegos de volúmenes de la medina, los adarves y sus reverberaciones de luz y color. Su interés por el teatro, la escenográfia y el cine se mantiene vivo, lo que le hace colaborar e numerosos espectáculos y producciones.

En 1936, el estallido de la guerra civil le sorprende en Madrid y la situación comprometida de la familia le obliga a abandonar España. En los próximos años, el pintor se ve marcado por la angustia y una salud delicada, pero también por fructíferas estancias en el Midi, NIza y Villefranche, en su, posiblemente, etapa más brillante. En 1940 regresa a España y poco después realiza una muestra individual en la Sala del Ministerio de Relaciones Exteriores, presentación española muy bien recibida por la crítica. En esos años, sus paisajes detectan la impresión plásticas de las visiones castellanas de Zuloaga, así como una influencia de sus visitas al Museo Sorolla de Madrid, que lo fascina e lo identifica con el impresionismo lumínico valenciano, iniciando una serie de exposiciones con la Galería Atenea de Barcelona. Establece relaciones con el poeta Gerardo Diego y con los profesores francese de la Casa Velázquez en Madrid y su permanente actitud viajera le lleva a Castilla, donde conecta con César González Ruano, Esperanza Ruiz Crespo o Camilo José Cela. Por esa época, también entabla una cordial amistad con la galerista Juana Mordó y desempeñará el cargo de agregado cultural de la embajada de El Salvador, ocupándose especialemente de la formación y supervisión de los becarios que realizaban estudios en España.

Por el año 1947 descubrirá el paisaje de Alcalá de Guadaira (Sevilla), que lo fascinará durante los cincuenta y sesenta, por las cualidades paisajísticas del paraje y la confluencia con otros pintores (como Sánchez Perrier) que derivó en una escuela paisajística local, que perdura hasta la actualidad, y en la que Matheu influyó sobre algunos de sus integrantes, cultivadores del «espatulismo».  En 1954 viaja al Salvador, a raíz de las nuevas relaciones con Barón Castro y sus permanentes actividades en la embajada, siendo aclamado como gloria nacional. En ese momento, la pintura de Matheu parece aproximarse a valores casi abstractos.

Los años que comprenden la última década de la vida del pintor serán de trabajo al aire libre, directamente sobre el motivo, de manera rigurosa y sistemática. Son años de continuos viajes y escapadas, estudios, dibujos y apuntes, con unos rasgos en cierto modo comunes, con ciertos artistas vecinos e integrantes de la abstracción lírica francesa.  Fallece en 1965 en Madrid.

[ Fuente: publicación «Pedro de Matheu» de la Fundación Florencio de la Fuente (2000), con textos de Juan Fernández Lacomba ]

pedro-de-matheu

DESCARGA PDF

Detalles


Comienza:
14 enero 2017
Finaliza:
15 junio 2017
Evento Etiquetas:
, , ,